Sobrellevando la ‘Fuerza Silenciosa’ de la Enfermedad Mental
Uno en cada cinco individuos batallarán con la enfermedad mental de alguna forma en sus vidas. Esa estadística no te debería de asustar; te debería ayudar a no sentirte sola si tú eres uno en el medio de aquellos cinco. Coleen Thomson, miembra de la mesa directiva y líder de grupos pequeños para 4word: Philadelphia, comparte abiertamente acerca de su batalla de toda la vida con la enfermedad mental y como ha aprendido a remover su poder negativo sobre ella.
¿Cuánto tiempo ha sido la enfermedad mental parte de tu vida?
La enfermedad mental ha sido parte de mi vida más de treinta años, desde mis memorias tempranas. De niña, fui abusada sexualmente por un miembro familiar y recuerdo haber batallado con la depresión, ansiedad, y hasta con pensamientos de suicido mucho antes de la edad de diez. Aunque aún tengo muchas memorias bonitas, me aflijo de que siempre hubo una sombra oscura de la enfermedad mental en mis experiencias de niñez.
Al crecer, estuviste en un ambiente de iglesia donde la salud mental era vista como un “problema de fe” y algo del cual tenía que ser resuelto con Dios. ¿Como te afectó eso, a largo y a corto plazo?
El sufrir con la enfermedad mental te puede hacer sentir como que hay algo mal contigo inherentemente. Me hacía sentir como si fuese una mala y hasta una malvada persona. El combinar ese sentimiento con la teología de la naturaleza pecaminosa fue abrumador para mí. Me sentía como la ‘jefa de los pecadores’ como lo dijo el Apóstol Pablo. No podía entender por qué no tenía la fe suficiente para sobrellevar mis sentimientos de desesperación.
La iglesia no se sentía como un lugar seguro para mí. Si alguna vez admitía sentimientos de depresión o ansiedad a el liderazgo de mi iglesia o a otros feligreses, inmediatamente era dirigida a las escrituras acerca de la fe y el gozo, y efectivamente me decían que mi depresión hacía ver mal a Dios. Continuamente batallaba con condenación profunda y con el autodesprecio, siempre tratando de probarle a Dios que podía ser lo suficientemente buena para El de alguna manera. Todavía aguanto las consecuencias de largo plazo de esta batalla, al que muchas áreas de mi vida fueron puestos en espera al que trataba desesperadamente de ponerme fuera de la depresión clinical.
¿Cuándo te liberaste finalmente de esa mentalidad arraigada y buscaste ayuda de profesionales de salud mental? ¿Como fue eso para ti?
Tenía una mentalidad profundamente arraigada de que la conserjería profesional era malo para mí y era una calle para evitar mi responsabilidad personal de mi naturaleza pecaminosa. Me tomo muchos años de sufrimiento en silencio y pelear por ideas de suicidio antes de que me allá dado permiso de explorar ver a un profesional de salud mental a la mitad de mis veintes. Estaba desesperada. Había ayunado y orado, había tratado todo lo que podía para sobrevenir mi enfermedad mental, y había fracasado.
No puedo ni poder empezar a describir que tan difícil fue para mí el dar este primer paso. Hubieron varias sesiones antes de que pudiera abrirme y verdaderamente articular el cómo me estaba sintiendo a mi terapista. Lentamente mis paredes empezaron a caer, y empecé a poder tener autocompasión por la primera vez. El ir a consejeros en el principio me hizo sentir como un fracaso, pero ha transformado completamente mi vida. Le doy gracias a Dios que di el primer paso cuando lo hice.
En términos del estigma alrededor de la enfermedad mental, hay tanta estigma interna como la hay externa. ¿Por qué tuviste que pasar personalmente para estar OK con obtener ayuda médica para tu depresión?
Verdaderamente no tuve apoyo de mi círculo interno para obtener ayuda médica profesional para mi enfermedad mental. Mi iglesia estaba llena de enseñanzas tóxicas acerca de la salud mental y mis padres fueron criados en la mentalidad de ‘jálate hacia arriba por las correas de tus botas’ y verdaderamente nunca lo han entendido.
Era una solitaria y profundamente dolorosa calle para mí. Le pedí a Dios por ayuda y creo que el me dio el valor para pelear por mí misma. Recuerdo haber pensado en Mateo 22:39, donde Jesús nos dice que ‘amemos a nuestro hermano tal como a nosotros mismos’. No me amaba a mí misma y el cuidar de mí misma me sentía egoísta y no espiritual. Sin embargo, este verso (entre otros) destacó para mí la verdad de que debemos de cuidar de nosotros cómo Dios cuida de nosotros. También debemos de cuidar de nosotros como cuidamos de otros, con ese mismo abnegado amor. Empecé a entender que mi Padre Celestial no es cruel y que Él nos ha diseñado a necesitar los unos de los otros. En mi caso, necesitaba un profesional de salud mental.
Tome la decisión clave de que quería ver a un terapista licenciado que había sido entrenado tradicionalmente en vez de simplemente ir con un pastor o otro líder espiritual. Fue crítico para mí el ganar entendimiento de cómo la enfermedad mental verdaderamente trabaja en tu cuerpo físico. Cuando entendí que por lo que estaba pasando no era una señal de alguna caída personal de mi parte, finalmente empecé la jornada de la sanidad real. Pude ver a Dios no por mis ojos de mi propia condenación personal, pero por sus ojos de amor puro, entendimiento, y aceptación.
Tomó un largo tiempo, pero al que entendí la sicología y la bioquímica de lo que estaba pasando en mi cuerpo, finalmente fui abierta a el medicamento. Recuerdo la primera vez que se me olvidó tomármelo y podía sentir la tristeza profunda que siempre había cargado sin ella, y lloraba. Verdaderamente deseo haber tomado medicamento más tempranamente. Así como alguien tomaría medicamento para una pierna rota o otra enfermedad, la enfermedad mental suele tener que ser tratado médicamente también.
Estás casada felizmente. ¿Que ha significado para ti el tener a alguien más el cual camine contigo a través de jornada a la sanidad? ¿Alguna vez es difícil para ti el no interiorizar tu jornada y buscar a aquellos a tu alrededor por apoyo?
Mi esposo es un regalo. Dios supo que lo necesitaba. Después de caminar tantos años sintiéndome aislada e incomprendida, el estar casada a un hombre que verdaderamente me entiende es una bendición la cual nunca podré expresar en palabras. Con eso dicho, él no es un profesional de salud mental. Se que no todos experimentan ese nivel de entendimiento y compasión de su cónyuge. Es tan crítico el tener a alguien con entrenamiento profesional para que te apoye en tu jornada.
Me había entrenado a mí misma a sufrir en silencio por tantos años. Es un músculo mental con buena condición el interiorizar por lo que estoy pasando. Sin embargo, la sanidad que he experimentado me causa a rehusar el estar en silencio. Hablo no solo por mí misma y mi propia sanidad, sino para dar a otros la invitación a su propia sanidad. La enfermedad prospera en el secreto y en el silencio. Me rehusó a seguirle dando eso poder.
¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando una jornada de salud mental? ¿Qué consejo le darías a la iglesia acerca de ser de apoyo para aquellos que están tratando con la enfermedad mental?
Animaría a la iglesia de que Jesús no vino por aquellos que están bien sino por aquellos que están enfermos. Todos necesitamos de Él y todos necesitamos los unos de los otros. Es fácil el juzgar a los demás cuando no hemos caminado en sus zapatos, pero ese no es el corazón de Dios para con su pueblo. La iglesia necesita ser educada correctamente acerca de las realidades y la ciencia de la enfermedad mental, no solo para sus feligreses sino también para su liderazgo. Hemos visto un incremento en los pastores que han cometido el suicidio y escándalos pastorales. Como alguien que sirvió tiempo completo en el ministerio de la iglesia por varios años, sé que el pedestal de la perfección poco realista es un factor grande en estas tragedias. Tenemos que darles permiso a las personas de ser auténticos y de obtener tratamiento para su salud mental así como lo harían para su salud física.
Y a la persona que está empezando su jornada de salud mental, le diría:
Querido Amigo,
Cuando Dios te dijo en su palabra que eres temerosa y creada maravillosamente, no estaba mintiendo. Tú no eres la excepción a la regla. Nada está mal contigo. Eres un hijo amado del Rey del Universo.
Vales la pena el pelear por ti, amigo. Busca a alguien quien seguramente pueda ser un mayordomo de la verdad de tu situación. Busca ayuda médica. Habla con un consejero. No tienes que vivir en la obscuridad más. Hay esperanza para ti. Siempre.
Coleen Thomson tiene un corazón por ayudar a los líderes a encontrar su identidad dada por Dios y a empoderarlas a usar sus regalos únicos y sus llamados para servir al mundo. Ha servido en ambos mundos corporativos y de ministerio por los últimos 20 años, incluyendo cinco años como una misionera de tiempo completo. Es una oradora experimentada y una aspirante autora.
Coleen se graduó summa cum laude de Lancaster Bible College con un bachillerato en estudios bíblicos y actualmente está persiguiendo una maestría en administración de empresas. Sirve como una miembra de la mesa directiva y es una líder de grupos pequeños para 4word: Philadelphia. Coleen está casada con Jonathan y vive en Pennsylvania. Puedes leer más sobre los pensamientos de Coleen en coleenthomson.com.